Aunque yo estoy dentro del primer grupo, y me considero una persona que en algunos momentos de mi vida casi he rozado la vigorexia , la primera vez que hice surf pensé que no debía considerarse un deporte en sí, que era taaaan divertido que es imposible que a alguien no pueda gustarle, le guste o no hacer ejercicio. Y es que es un deporte donde quemas calorías casi sin encima darte cuenta (en una hora de surf se queman alrededor de 400 calorías), y en el que se te pasa el tiempo volando. Cuando entras en el mar no quieres salir.
Después de contar mi experiencia con el surf a mi entorno más cercano y animarles a probarlo es cuando fui consciente de que pese a ser un deporte tan divertido, hay una serie de factores que hacen que no sea "apto para todos los públicos". Aquí aparecen los miedos al agua, a que te arrastre la corriente, a no ser buen nadador, a las "criaturas marinas" (y aquí no me refiero a los tiburones precisamente si no a medusas y erizos), el rechazo al agua fría, etc. Mucha gente de mi alrededor vio peligros que yo no vi en su momento, y mira que yo me considero una persona miedosa, con lo cual, a pesar de todos estos posibles "inconvenientes" que acabo de mencionar, yo os animaría a probarlo si tenéis ocasión.
Siempre había querido aprender a hacer surf, desde que tengo uso de razón, pero la situación geográfica en la que me encuentro (Albacete) no me lo había puesto muy fácil, ni tampoco los lugares de "veraneo" que solían elegir mis padres, así que poco a poco lo fui viendo como un sueño irrealizable, hasta que en el verano del 2015 un amigo de mi hermana me comentó que iba a ir a un surfcamp en Cantabria. ¿Un surfcamp?¿Y eso qué es?, pregunté yo. Me dijo que consistía en una especie de campamento de verano con curso intensivo de surf durante aproximadamente una semana, con alojamiento y otro tipo de actividades disponibles. Esa misma tarde contacté con mi mejor amiga, que siempre había soñado también con hacer surf, para proponerle un "viaje improvisado" al norte a cumplir uno de nuestros sueños, y nos pusimos como locas a buscar el "surfcamp" que mejor se adaptara a nuestras circunstancias (edad, precio,...) y un par de semanas después estábamos en Berria subidas a una tabla.
Listas para la aventura |
Como no era nuestro único viaje del verano y teníamos un presupuesto limitado, buscamos un surfcamp que fuera pensión completa, para asegurarnos que no gastabamos más de lo que valía el mismo, así que de todas las opciones que barajamos finalmente nos decidimos por Berria Surf School.
La escuela imparte las clases en la playa de Berria, que se encuentra en la localidad de Santoña, una playa muy bonita y con unas olas bastante buenas para practicar el deporte. No recuerdo exactamente lo que nos costó la semana pero creo que rondaba los 400€, con 2 horas de surf por la mañana y 2 horas por la tarde, alojamiento y pensión completa incluído, además de otras actividades como skateboard o yoga.
Los monitores explicaban todo muy bien y atendían a todos los alumnos individualmente en momentos precisos, hasta el punto de que todos creo que fuimos capaces en la primera sesión de mantenernos en pie sobre la tabla al menos unos segundos, unos más que otros, pero la primera toma de contacto te deja buen sabor de boca.
Con respecto al alojamiento, nosotras estábamos en un hostal en el que las habitaciones eran bastante sencillas, y la comida era tipo campamento de verano, que quizás para personas adultas, no era lo que esperábamos, es decir, desayunos en plan galletas y leche, comidas con muchos fritos rebozados, tipo nuggets de pollo, y cenas similares. Lo que más me gustó de la comida fue que cada dos noches te daban un ticket para cenar en una haburguesería que había debajo del hotel, y recuerdo que las hamburguesas estaban muy buenas, y tenían varias opciones más donde elegir.
Primeras olas |
La experiencia fue tan positiva que decidí que no podía esperar otro año para volver a hacer surf, pero tampoco podía permitirme el lujo de poder subir hasta el norte durante el invierno, con lo cual, aunque el Mediterráneo no suele tener olas de la calidad necesaria para hacer surf, hay ciertos momentos en invierno que sí es posible. Entonces pude escaparme dos veces que coincidió que no trabajaba y había olas, una vez a Campello que hay una escuela (Campello Surf Club) donde alquilé una tabla por horas y estuve varias horas practicando por libre, y otro día a Alboraya, donde concerté una clase con Mediterranean Surf School, muy aprovechada por cierto, al ser pocos los alumnos ese día. Con todo esto, quiero haceros ver las posibilidades que tenéis dependiendo donde os encontréis geográficamente.
Cuando llegó el verano siguiente me fui de vacaciones con la familia a Calpe, que precisamente no es famoso por sus olas, pero yo no podía quitarme de la cabeza el surf, así que hice una escapada express a Málaga un fin de semana que daban buena previsión de olas.
Me informé de una escuela que hay allí llamada La Mar de Bien y antes de decidir escaparme para allá me puse en contacto con ellos por whatsapp para preguntar sobre la previsión de olas y si había clases. Me contestaron muy amablemente y una tarde pude unirme a un grupo y otro día reservé una clase particular, en la que aprendí mucho más que en todas las demás clases que había dado hasta entonces juntas. Estoy muy agradecida a Juanma por todo lo que me enseñó en aquella clase, porque no solo pude coger unas olas de mayor dimensión a lo que estaba acostumbrada (sí, en el sur también hay olas, aunque no tan frecuentemente como en el norte), sino que además me explicó muy bien cómo leer el mar, los tipos de olas que hay, cuales son las buenas, cómo interpretar las aplicaciones de surf...
Con Juanma, monitor de La Mar de Bien |
Y con esto pongo punto y final a la entrada de hoy, no sin antes mencionar que el neopreno de la última foto es de Imi Loa, un super regalazo que me hizo mi compañera de aventuras tras nuestro primer surfcamp.
Antes de despedirme, quería animar a todo aquel que esté leyendo ahora estas líneas para que pruebe la experiencia del surf. No importa lo lejos que le pille la costa y que solo pueda practicarlo una vez al año, está claro que no avanzará mucho pero se divertirá por igual, pero sobre todo a los afortunados que tienen el mar en su propia tierra, aprovechad la suerte que tenéis y surfead, y enseñad a surfear a vuestros niños desde pequeños para que disfruten cada día más.
Si queréis consultar precios y opciones de cursos en las escuelas que menciono en la entrada sólamente tenéis que pinchar sobre el nombre y os saldrá el enlace. No obstante en internet podéis encontrar muchas más, sobre todo en Galicia, Cantabria y País Vasco. Yo solo puedo dar mi humilde opinión sobre las que conozco, que como veis es positiva en todos los casos.